Llegué a las 10:00 de la mañana para un café y casi salgo después de la cena. Dejando de lado la exageración, lo que sí es verdad es que desayuné con una amiga y estuvimos tan a gusto que las horas pasaron volando y del desayuno pasamos a una copa de vino con bocadillos y no nos quedamos más porque teníamos cosas que hacer. Al salir notamos el olor del menú del mediodía que estaba siendo preparado. Casi dimos la media vuelta y nos quedamos un poco más.
Hace poco que Oma Bistró abrió sus puertas, pero se nota que tiene su público fijo y que ya es parte de la ruta cafetera y gastronómica de la ciudad. El café que sirven está preparado por Cafés El Magnífico, que pronto será tema de un post, un café con cuerpo y equilibrado. Usan productos de temporada y proximidad, lo que permite consumir productos frescos, de temporada y tener accesibilidad al origen del producto en sus recetas.
Ahora toca hablar de lo que más me gusta (para qué intentar negarlo, ¿verdad?): lo que hay para comer. Empiezo por las tartas caseras porque soy muy dulzona. Pedimos una cheesecake y una carrot cake, es decir, pastel de queso y de zanahoria y estaban buenísimos y creo que eso me motivó a pedir enseguida un bizcocho de limón. Garantizo que probarlo te remite a la cocina de la abuela o de la madre, un bizcocho que huele y sabe a recuerdos de familia y que además es perfecto para acompañar un café o un té.
En el mostrador había muchas más cosas que abrían el apetito, sin embargo en un único día es imposible probarlo todo, lo que significa que la vuelta es inminente a Oma y a una gran lista de lugares que llevo en el bolsillo.
En la carta encontrarás opciones para el desayuno, para el brunch, para compartir ( degustacion de bruschetta, mini hamburguesas entre otros.), los batidos y también ceviche, wrap de pollo, etc, etc. Mejor pasar por allí y comprobarlo uno mismo, aprovecha y pide una cerveza artesana o la bebida del día, una mezcla con frutas cítricas. Y el plus, serás atendido por simpáticos camareros.
Ahora pasamos al ambiente. El local está iluminado, debido a grandes ventanas de cristal, es amplio y moderno; hay una mesa comunal para reunirse con amigos o para aprovechar para conocer nuevas personas, también hay dos sofás. Me encanta ir a lugares con un amplio sofá donde estar relajada con mi taza de café. Además hay una bicicleta que casi toca el techo y que compone la decoración.
Era una mañana fría pero con sol, lo que tan bien caracteriza el invierno en Barcelona y Oma era un excelente refugio para quien quería estudiar o como nosotras hablar y ponernos al día, o simplemente tomar una copa de cava como hacían dos chicas extranjeras. ¿Estarían celebrando algo o simplemente disfrutando de la bonita mañana?
Sea como sea, está claro que todos los motivos te llevan a OMA.
Calle Consell de Cent, 227